Existen momentos en mi vida que tras sentir que chocas una y
otra vez contra ese gran muro llamado “Sistema Educativo” en todas sus
versiones y todo lo que lo compone, acabo tan sumamente cansada y frustrada que
lo único que se te viene a la cabeza es: abandona el barco. Pero a la mañana
siguiente ves sus caras y te das cuenta de la fortaleza que poseen, de cómo luchan
para superar sus obstáculos diarios más cercanos, esos obstáculos que para
nosotros, a los que la sociedad nos etiquetan como “normales” pasan
completamente inadvertidas porque se vuelven automáticas y es entonces cuando seguidamente a mi mente
acude otro pensamiento: si los que estamos dispuestos a darles voz y a luchar
por sus derechos abandonamos el barco… ¿qué será de ellos? ¿Quiénes recordarán
al resto del mundo que ellos tienen el mismo derecho a estar en el aula que los
25 o 26 restantes? ¿Quién o quiénes
velaran por garantizarles una educación de calidad y normalizada? ¿Quiénes
sembrarán conciencias y quiénes se unirán con entusiasmo y valentía para
derribar los ladrillos que componen ese muro llamado Sistema Educativo? Y
entonces recuerdo que soy incapaz de alejarme de ellos y que la vocación nació
en el mismo día en el que vine al mundo. Aún no sé el camino, nadie lo sabe
aunque por suerte comienzan a brotar ideas, posibles caminos gracias a muchos valientes dispuestos a desafiar las
barreras para demostrar que sí se puede, que sólo es cuestión de abrir nuestras
mentes y movernos desde la comprensión, empatía y por supuesto desde el amor.
Sigo pensando que desgraciadamente a pesar de los aparentes avances que se han
producido a lo largo del tiempo en la Educación Especial la sociedad aún no
está preparada, falta lo más importante, unos valores que deben conformar la
base de la pizza tal y como César Bona menciona en algunas de sus charlas.
En resumen, aún no tengo la
fórmula, nadie la tiene aún, no soy de las mejores docentes ni pretendo serlo,
me conformo con ser una herramienta útil para hacer despegar a mis niños/as,
ayudarles a conseguir su sitio, el verdadero lugar que le corresponde que no es
más, ni menos, que al que le corresponde
a sus compañeros catalogados como “normales”. Poco a poco nos iremos acercando
a esa fórmula, poco a poco iremos creando y será entonces cuando se dará ese
cambio tan ansiado donde no sólo exista una ESCUELA PARA TODOS Y TODAS sino una SOCIEDAD MÁS HUMANITARIA.
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| Aula Específica del CEIP Santa Mª Del Águila (El Ejido).Preparación del baile fin de curso 16/17. |
Mis niños/as creen que yo soy su
maestra pero lo que no saben es que ellos me enseñan los aprendizajes más
valiosos que existen en la vida: las ausencias de prejuicios y de rencores, la
sinceridad, la confianza, la ternura y mil cosas más que podría resumirse en…Amor
incondicional. Cada día ellos me recuerdan que las barreras en muchas ocasiones
las pongo yo misma demostrándome que sí pueden, que tal vez no hoy, pero que puede
que mañana sí y que con mi apoyo, mi paciencia y su fortaleza lo conseguirán y
será entonces cuando descubras que eres la docente más feliz del mundo entero.
