sábado, 25 de noviembre de 2017

Mis pequeños maestros

Existen momentos en mi vida que tras sentir que chocas una y otra vez contra ese gran muro llamado “Sistema Educativo” en todas sus versiones y todo lo que lo compone, acabo tan sumamente cansada y frustrada que lo único que se te viene a la cabeza es: abandona el barco. Pero a la mañana siguiente ves sus caras y te das cuenta de la fortaleza que poseen, de cómo luchan para superar sus obstáculos diarios más cercanos, esos obstáculos que para nosotros, a los que la sociedad nos etiquetan como “normales” pasan completamente inadvertidas porque se vuelven automáticas y  es entonces cuando seguidamente a mi mente acude otro pensamiento: si los que estamos dispuestos a darles voz y a luchar por sus derechos abandonamos el barco… ¿qué será de ellos? ¿Quiénes recordarán al resto del mundo que ellos tienen el mismo derecho a estar en el aula que los 25 o 26 restantes? ¿Quién  o quiénes velaran por garantizarles una educación de calidad y normalizada? ¿Quiénes sembrarán conciencias y quiénes se unirán con entusiasmo y valentía para derribar los ladrillos que componen ese muro llamado Sistema Educativo? Y entonces recuerdo que soy incapaz de alejarme de ellos y que la vocación nació en el mismo día en el que vine al mundo. Aún no sé el camino, nadie lo sabe aunque por suerte comienzan a brotar ideas, posibles caminos gracias a  muchos valientes dispuestos a desafiar las barreras para demostrar que sí se puede, que sólo es cuestión de abrir nuestras mentes y movernos desde la comprensión, empatía y por supuesto desde el amor. Sigo pensando que desgraciadamente a pesar de los aparentes avances que se han producido a lo largo del tiempo en la Educación Especial la sociedad aún no está preparada, falta lo más importante, unos valores que deben conformar la base de la pizza tal y como César Bona menciona en algunas de sus charlas.

En resumen, aún no tengo la fórmula, nadie la tiene aún, no soy de las mejores docentes ni pretendo serlo, me conformo con ser una herramienta útil para hacer despegar a mis niños/as, ayudarles a conseguir su sitio, el verdadero lugar que le corresponde que no es más, ni menos, que al  que le corresponde a sus compañeros catalogados como “normales”. Poco a poco nos iremos acercando a esa fórmula, poco a poco iremos creando y será entonces cuando se dará ese cambio tan ansiado donde no sólo exista una ESCUELA PARA TODOS Y TODAS sino una SOCIEDAD MÁS HUMANITARIA.


Aula Específica del CEIP Santa Mª Del Águila (El Ejido).Preparación del baile fin de curso 16/17. 

Mis niños/as creen que yo soy su maestra pero lo que no saben es que ellos me enseñan los aprendizajes más valiosos que existen en la vida: las ausencias de prejuicios y de rencores, la sinceridad, la confianza, la ternura y mil cosas más que podría resumirse en…Amor incondicional. Cada día ellos me recuerdan que las barreras en muchas ocasiones las pongo yo misma demostrándome que sí pueden, que tal vez no hoy, pero que puede que mañana sí y que con mi apoyo, mi paciencia y su fortaleza lo conseguirán y será entonces cuando descubras que eres la docente más feliz del mundo entero.

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