jueves, 22 de marzo de 2012

Llorar de felicidad

Más de medio año, creo que...Creo no, el más feliz de mi vida.

No sabía que se podía llorar tantas veces y con tantas ganas de felicidad, pensaba que sólo ocurría en las películas o en los programas estilo "sorpresa, sorpresa". Pero no, también ocurre en la realidad.

No recuerdo las veces que lloré de felicidad a lo largo de mi vida, o eso creo, excepto una: mi primera y única fiesta sorpresa, cumplía, sino recuerdo mal, quince años, mi abuela nos había dejado una de sus casitas de muñecas cómo lo llamábamos nosotros, todos mis amigos por aquel entonces (algunos hoy por hoy) estaban también compinchados con mis padres.
Fue muy especial...Era la primera vez casi que sentí que tenía amigos de verdad, un grupo unido y sobretodo, que les importara. Nunca lo olvidaré.

Cierto es que creo que fue la última vez, al menos que recuerde, que los vi a todos juntos, algunos se fueron aunque siguen estando hoy en día y otros se mantuvieron por un tiempo. A días de hoy, pocos quedan, pero los que quedan son precisamente los que se tienen que quedar, ni más, ni menos.

¡Miento! Recuerdo otra vez que también se me saltaron las lágrimas de felicidad y fue el día que me anunciaron que iba a ser tita por primera vez. ¿Las demás? Si las hay no me acuerdo por el momento, pero si recuerdo las de tristezas, enfados, impotencia y rabia, ¿qué triste recordar una vida por eso, no?

Quizás por eso ahora lloro de felicidad, porque ya toca, porque es el momento, porque ya pasaron los tiempos difíciles para los soñadores y ahora los soñadores simplemente viven sus sueños y sueñan su realidad y cuando duermen no sueñan por la simple razón de que ya viven sus sueños cuando despiertan.

Quizás sea esa la razón por la que lloro de felicidad, porque ahora no prefiero tanto dormir para así poder soñar, escapar y volar de ese lugar en el que a veces me he visto atrapada. Ahora prefiero mantenerme despierta (aunque a veces me cueste...todo hay que reconocerlo), la noche no es tan esperada como antes, al revés, no quiero que se acabe el día, quiero seguir disfrutando de esa sensación, de ese color, de esa luz que tanto brilla y de ese calor que tanto abriga.
Claro, que como es normal y como parte de la vida siempre existirá un día que prefieres que se acabe teniendo claro que...Mañana será otro día, otro día nuevo, otro día mejor.

Esto lo empecé a escribir para tí, aunque me parece que estas letras son más mías, dejémoslo para los dos. Guárdala bien, que no se pierda, así lo podremos leer algún día que por dentro llueva...Aunque por aquí si llueve es para crear arcoiris. O mejor así, para leerla cuando las arrugas nos perfile, el pelo color plata me crezca, largo, muy largo.

Todo es así, cada día es especial, cada día te noto más especial y yo...Yo ya sabía que también era especial, aunque a veces se me olvidara, pero bueno, para eso tengo tu sonrisa cada día, para recordarlo.

¿Y sabes que te digo? ¡que no! ¡qué no tengo miedo! Que esto sale del pecho, de muy adentro y sale solo, como la vida que fluye pero con la diferencia de que sí permanece. Así que se acabaron los miedos, no me gustan, te anulan, te desvían del camino ¿pero quién no siente miedo alguna vez?

¡Hoy, no! hoy vuelvo a escribir, hoy por primera vez para ti, porque hoy despierto, aunque sea de noche y no quiera dormir para sentirte. Hoy vamos a dejar aparcado el miedo para decirte que:

TE QUIERO, te quiero como se debe de querer, te quiero libre, te quiero de color, te quiero feliz, te quiero con ilusión, te quiero esperanzador, te quiero soñador, te quiero luchador, te quiero con sonrisa, te quiero bailando, saltando y riendo. Te quiero cómo tu también sabes querer, te quiero con pureza, te quiero claro, te quiero soledado, te quiero dulce y salado, te quiero lunero y también lunático, te quiero con alma, con calma y con cielo, te quiero honesto, te quiero puro, te quiero sin importarme lo que digan de ti, de mi, de nosotros o del amor.
Te quiero sin miedo, SIN MIEDO, te quiero tal cual eres, ni más, ni menos, sólo tú, siendo tú.

No me importa lo que vistas, lo que calces, lo que tengas o de dónde vengas, me importa lo que eres y que estás aquí regalándome cada día un pedacito de ti, unos buenos días, unas buenas tardes y unas buenas noches, un sé feliz, un ten una maravillosa mañana-tarde-noche y sé feliz, muy feliz contigo, mímate mucho, sonríe mucho que pronto vuelvo...

...Para compartirlo contigo. 


Te quiero mi sol.


Y cómo no, a nuestra pequeña.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario